lunes, 18 de febrero de 2013

Materia para septiembre

La situación actual pasa por una revisión profunda de nuestro modelo democrático


Hace un par de semanas la ex presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, hablaba de la que ella misma denominó 'regeneración democrática' y se presentaba como apoyo para aquellos que quisieran llevarla a cabo. Parece hipócrita, no por el hecho de hacerlo, de sobra sé que muchos le alabarán el gesto, sino por las formas. Parece hipócrita que lo haga desde su posición actual, alejada de las primeras filas de la política. Podía haberse percatado de la situación que vive nuestra democracia cuando aún movía directamente los hilos, porque aunque creamos lo contrario no ha dejado de moverlos. Y es que necesitamos, entre otras muchas cosas, que nuestros políticos reconozcan públicamente que el modelo actual ha fracasado. O, más bien, que entre todos han transgredido el modelo democrático. Necesitamos unos representantes que abran los ojos ante la evidente degeneración de temas tan importantes como la educación, la sanidad o la economía, que en mi opinión son los temas que más reconstrucción necesitan.

Parece costumbre en la política española mirar a nuestros vecinos europeos sólo para lo que conviene. Se toman los ejemplos que mejor se adaptan a los planes del Gobierno de turno y, así, se fundamentan las decisiones. No se le ha ocurrido a Mariano Rajoy y a los suyos indagar en la causa por la que Finlandia es número uno en lo que a educación respecta. Pues se las diré yo: educación gratuita desde preescolar hasta la universidad, incluyendo clases, comedor, libros e incluso material escolar. Y mientras esto ocurre en Helsinki, a unos 3.500 kilómetros, en Madrid, se manifiestan por los planes de privatización de la educación pública. Siguiendo con las manifestaciones, que ahora mismo se presentan como el común denominador a los ciudadanos españoles, también los sanitarios se han echado a las calles. En materia de sanidad si es cierto que la mayor parte de Europa tiende al copago como modelo de gestión. Aun así, no podemos echar por tierra aquello que nuestros padres y abuelos se ganaron, aquello de lo que presumíamos. Si Finlandia nos ha servido como ejemplo para marcar cómo se tienen que hacer las cosas en educación, deberíamos reivindicar ser nosotros el ejemplo, en algunos aspectos, de cómo se han de hacer las cosas en sanidad. Pero preferimos subirnos al carro y, no de cualquier manera, sino aprobando el mayor plan privatizador de la sanidad pública.

Considero innecesario tener que recordar al lector que lo que planteo no es un numerus clausus de trabajos pendientes de nuestra política. Tómenlo ustedes y, sobre todo, nuestros políticos como materia importante de examen, subráyenlo con colores llamativos si lo estiman, pero no olviden que la asignatura comprende mucha más materia.

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