miércoles, 24 de abril de 2013

El motín del escrache

El pueblo usa los escraches como arma para dar su merecido a los políticos


Escrache es una palabra muy pronunciada últimamente y acompañada de una gran polémica por las acciones que implica. El debate por el término plantea cuestiones como hasta qué punto deben ser permitidas estas actuaciones, que son principalmente insultos y acosos a los cargos políticos de nuestro país. Los dirigentes se echan las manos a la cabeza por esta actitud ciudadana; la secretaria general del PP, Mª Dolores de Cospedal, ha llegado a tildarlo de “nazismo puro”, un calificativo exagerado si no se reflexiona sobre el porqué de los escraches.

Es hora de asumir las responsabilidades de gobierno por parte de nuestros políticos. Nada justifica un insulto o un ataque, pero no puede sorprender el agotamiento de los ciudadanos, que han visto en los últimos años cómo la corrupción ha ido a más en el ámbito político, con penas irrisorias para los culpables y casos que se prolongan de forma indefinida por la lentitud de la justicia en este país. Los políticos han llevado a cabo a lo largo de esta legislatura políticas económicas restrictivas mientras ellos se llenaban los bolsillos; ejemplos de ello son la ley de desahucios, declarada abusiva por el Tribunal de Justicia de la UE, o la ley hipotecaria, ilegal según el Tribunal de acuerdo con lo que establece la Directiva 93/13/CEE sobre Claúsulas Abusivas en los Contratos Celebrados con Consumidores.

Una economía estancada y plagada de recortes asfixiantes ha hecho de los escraches el medio para atacar directamente a la clase política, una vía rápida para la justicia ciudadana. Dejaremos al lector el decidir si los cargos políticos se merecen o no el tratamiento recibido con los escraches, pero lo que no extraña ni sorprende es por qué se ha llegado a esta situación. Medidas desesperadas para tiempos desesperados.

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